Copiso trabaja en un proyecto para demostrar que el abono de los campos con los purines no es un problema sino una solución para las tierras de Soria / Sin olvidar que son mucho menos costosos porque no llevan químicos y se ahorra en transporte al producirse en las granjas de la provincia
Aprovechar al máximo el purín generado en las granjas de la provincia para reducir al mínimo la compra de fertilizante mineral es el objetivo que se ha marcado Copiso con su proyecto Fertisos, un programa de fertilización orgánica sostenible para cultivos de secano y regadío que lleva a cabo en la provincia de Soria desde julio del año pasado. Se trata al mismo tiempo de desterrar mitos sobre un sector denostado y demostrar que el purín puede aprovecharse para abonar los campos, tal y como se ha venido realizando históricamente y que ahora la normativa medioambiental lo limita.
El objetivo general de este proyecto es diseñar un nuevo programa de fertilización orgánica sostenible para cultivos de secano y regadío en la provincia de Soria, mediante el empleo de diferentes tipos de purín de instalaciones ganaderas de Copiso, ver su comportamiento en el campo, y con ello reducir la cantidad de fertilizantes minerales que se emplean en la actualidad. Se trata de mostrar cuál es la eficiencia real de las deyecciones ganaderas en su uso como fertilizante agrícola.
Así, los técnicos de Copiso, al amparo de la iniciativa Fertisos, sembraron en otoño del año pasado 11 parcelas por toda la provincia, todas ellas próximas a granjas de integración porcina de la cooperativa. «De esta forma es más fácil realizar las pruebas de fertilización con purín», señala Eduardo Pascual, técnico del proyecto. La selección de las parcelas se ha hecho de tal manera que queden representados los diferentes tipos de suelos existentes en la provincia. En lo que a granjas se refiere, se eligieron de distinta tipología (de producción, destetes y cebaderos), con el fin de poder analizar y aplicar los diferentes tipos de purines
Copiso empezó a gestar este proyecto fruto del compromiso medioambiental que la empresa viene manifestando a lo largo de los años. Quiere demostrar que el fertilizante orgánico no es un problema, sino una oportunidad para el campo soriano, ya que no solo aporta nutrientes sino también materia orgánica, la cual se encuentra en unos niveles muy bajos en los suelos de la provincia. Además, «el purín tiene la mayor parte de su nitrógeno en forma orgánica, realizando un paso progresivo a nitrato, de manera que el riesgo de lixiviación es mucho menor que con otro tipo de abonos minerales», señala este ingeniero agrónomo.
Además, el correcto aprovechamiento de los mismos supone una reducción en los costes de fertilización de los distintos cultivos, así como una mejora de su huella de carbono ya que se producen en granjas de la provincia, de modo que los costes de transporte se reducen también al máximo. «Qué mejor que aprovechar lo que tenemos en casa y no tenerlo que traer de fuera», añade Eduardo Pascual. Con ello, Copiso aplicaría su principio de economía circular, al abonar los cultivos con deyecciones de su ganado.
Un coste de fertilización que este año ha sido extraordinariamente elevado, ya que, con fertilizante mineral, ha ascendido a unos 400 euros por hectárea de media en cultivos de secano, con precios en determinados productos que han sobrepasado los 1.000 euros por tonelada. «Los agricultores tienen claro que el purín es un fertilizante sostenible y que aplicándolo de forma adecuada tiene muchas ventajas», subraya el técnico.
Se trata de poder fertilizar el mayor número de hectáreas con purines y reducir al máximo la compra de fertilizante mineral. En este sentido, lamenta el desconocimiento que por parte de la ciudadanía hay sobre el sector.
Y al mismo tiempo se busca, «a partir de un razonamiento agronómico, demostrar que agrícola, medioambiental y económicamente es viable fertilizar con purines, tal y como se ha hecho siempre, con el objetivo de que nos permitan realizar un uso adecuado del mismo», indica
La estructura de cada ensayo se divide en seis tesis, dos de fertilizante mineral, una tesis mixta de fertilizante orgánico en fondo y fertilizante mineral en cobertera, y tres tesis de fertilizante orgánico, tanto en fondo como en cobertera, a distintas dosis por hectárea.
«Aplicamos distintas dosis, conforme a la normativa actual, pero siempre por debajo del límite permitido, para demostrar cuál es el comportamiento agronómico del campo y ajustar la cantidad del purín de la forma más eficientemente posible conforme al rendimiento, con el objetivo fundamental de reducir al máximo las pérdidas. Se pretende además demostrar que con dosis muy bajas no es posible conseguir una fertilización suficiente del suelo que nos permitan conseguir unos rendimientos mínimos», explica Eduardo Pascual.
Al mismo tiempo, pone de manifiesto que el proyecto quiere hacer ver que los purines no son los responsables de la contaminación de los acuíferos: «Buscamos abrir un poco de luz y de conocimiento mostrando datos contrastados, porque como productores nos toca escuchar de todo», lamenta.
Recuerda Eduardo que en el proyecto colabora el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) dando soporte técnico y dando veracidad como institución a los resultados que se obtengan.
Los primeros resultados se obtendrán al final de esta campaña, en los que se determinará tanto cantidad como calidad del cultivo sombrado. No obstante, este año, por la situación actual de los cultivos, tan afectados por la sequía, no va a ser el mejor para establecer comparativas.
La iniciativa tiene un periodo de ejecución de 42 meses, desde el 1 de julio de 2022 hasta el 31 de diciembre de 2025, y cuenta con un presupuesto total de 427.037,52 euros, pero Copiso ha recibido una subvención de 106.759,38 euros por parte del Instituto para la Competitividad Empresarial de Castilla y León, que trata de promover el desarrollo tecnológico, la innovación y una investigación de calidad.
Fuente de la noticia: Heraldo de Soria.